Vivimos tiempos de crisis
económica y de otras crisis bastante más peligrosas y dañinas,
aunque no se hable de ellas, ni lo haré yo, al menos hoy. Como todos
los días los medios de comunicación son monopolizados por esta
única noticia y tengo la costumbre desde mi infancia de seguirlos,
creo que ya he escuchado todas las posiciones y todas las
perspectivas de las posibles soluciones, eso sí, rigurosamente
encuadradas dentro del capitalismo ortodoxo que como ya sabemos es la
única verdad rebelada junto al Espíritu Santo y el derecho de
propiedad. Con todas sus variantes, considero que es posible, en un
ejercicio de síntesis, englobar todas las propuestas en dos grandes
grupos genéricos.
Unos, en abrumadora
mayoría hasta hace unos días, abogan por el sacrificio según la
tradición luterana, incluyéndose en este grupo toda la católica
derecha española, y proponen el ineludible e inmediato pago de la
deuda como medio de expiación de nuestros pecados y que asumamos la
penitencia, aportación católica del remedio, en forma de penurias:
paro, pobreza, enfermedad, ignorancia, inseguridad, emigración,
peajes, esclavitud laboral, represión ciudadana y sumisión al
poder. Hay alguna más, pero he dejado diez, como las plagas
bíblicas, lo que me parece una analogía chachi para ilustrar este
camino. Así, como en la Paz de Westfalia, quienes pierden son los
países del católico sur e Irlanda, el patito feo y católico del
norte, poniendo fin, espero que esta vez de forma definitiva, a la
contrarreforma, con la aceptación, también después de 30 años
como entonces, de la victoria de los poderosos norteños Reagan y
Thatcher. arietes políticos de Milton Friedman y Friedrich Hayek,
cuya labor han continuado con ahínco Clinton, Major, Bush, Blair,
Aznar, Merkel, Sarkozy, Berlusconi, Zapatero, Obama y ahora Rajoy,
bien apoyados por Volker, Greenspan, Bernanke, Wall Street , la City,
Goldman Sachs, el Financial Times y, por supuesto, los medios de
comunicación nacionales mayoritariamente afines en todos los países. Asumo que Zapatero
y Obama parecería que no encajan en este grupo, pero el primero es
responsable de haber tolerado y ampliado la burbuja inmobiliaria
alimentada en la época Aznar y Obama ha preferido mantenerse en el
sillón que enfrentarse a los poderosos grupos económicos
neoliberales, renunciando así a tomar medidas que contribuyesen a
invertir la deriva económica, ecológica y social a la que nos vemos
abocados, limitándose a un suave maquillaje para tapar algunos
granos y a intentar que no se le suba a las barbas el extremista y
darwinista social y económico en que ha devenido el Partido
Republicano.
Desde hace unas semanas
tenemos un grupo minoritario y escasamente organizado, surgido a la
estela de Hollande, y al que parece sumarse Obama, que apuesta por el crecimiento como solución de
nuestros males y por Keynes como guía mesiánico redivivo, cual
Moisés en su travesía del desierto. Esta apuesta estima que podemos
salir del excepcional problema actual creando otro problema que nos
libere del original. Así, poniendo a trabajar a marchas forzadas a
la máquina de hacer dinero, comprando a través del BCE la deuda en
manos de los mercados, aumentado sensiblemente la inflación y
devaluando el euro podríamos disponer de recursos para disminuir el
déficit, pagar la deuda y hacer que el crédito fluya hacia empresas
y particulares. A esta opción se han adherido las respectivas
oposiciones de los países rescatados o al borde del precipicio y en
general la izquierda acomodada. Tampoco le hacen ascos los gobiernos
de los países acosados, eso sí, con una pose meliflua más
apropiada para una señorita en un folletín de Corin Tellado que de
políticos talluditos que se autodenominan líderes.
Estas dos alternativas
tienen la misma madre y lamentablemente el mismo final. Ambas nos
conducen a otra crisis, con toda seguridad mayor. La propuesta
neoliberal considera que es posible crear un cordón sanitario en
torno a los leprosos del momento y aislar así de un posible contagio
a los todavía sanos, pasarles algunos medicamentos en forma de
créditos caros y rezar por su mejoría. Quieren hacernos olvidar que
el causante del trastorno sigue libre, dispuesto a actuar y cada vez
más fuerte. Esto se debe a que la enorme cantidad de dinero en manos
del casino financiero no ha cesado de crecer y seguirá creciendo e
inevitablemente buscará y encontrará nuevas presas. Mientras tanto,
la superproducción y exceso de productos, en nuestro caso
fundamentalmente inmobiliarios, convivirá con el desahucio de
cientos de miles de personas que se sumarán a los ya condenados a
las infraviviendas y a las penurias en todas las áreas de nuestras
necesidades básicas. La variante socialdemócrata nos plantea
diferir los aspectos más demoledores de la actual situación a la
siguiente y próxima crisis, alimentando la especulación financiera
y fortaleciéndola rápidamente ya que sabemos que el destino final
del aumento de la masa monetaria iría en gran parte a los denostados
mercados y que estos, como el escorpión del chiste, terminarían
mostrando su carácter. Recordad las palabras que hoy mismo hemos
oído a Donald Trump los que hayáis olvidado cual es la lógica del
capitalismo.
Me sorprende que tras los
billones de palabras dichas y escritas en relación a la crisis, sea
tan infrecuente oir hablar de Marx, cuando sus palabras sobre las
crisis del capitalismo creeríamos que se refieren a la rabiosa
actualidad. “Un período de especulación desmedido acompañado de
una superproducción invendible, da origen a una crisis financiera
que inmediatamente desemboca en una crisis de la economía
productiva”. ¿Os suena, verdad?, así describe Marx las crisis del
capitalismo. Como yo no tengo ni idea de economía y hablo de oídas,
comento esto porque me parece inconcebible el acuerdo monolítico en
el que coinciden la aplastante mayoría de economistas, empresarios,
políticos, reguladores y comentaristas de prensa, cuando todos
sabemos de la dificultad que encontramos para hacer coincidir a
nuestro grupo de amigos si los invitamos a cenar, y eso que van a
comer y beber gratis. Creo que esta coincidencia unánime es el
reflejo de la dictadura mental y publicitaria en la que nos movemos
ya que aunque son posibles otras formas de organización
socioeconómica y discutirlas solo precisa de atención y raciocinio,
nuestra pereza y anquilosamiento mental ha llevado al proceso del
pensamiento a ser una especie en vías de extinción, al menos a los
ojos de quienes detentan los medios de comunicación, fácilmente
sustituible por los formatos publicitarios disfrazados de columna
periodística o monólogo radiotelevisivo de opinión que
interesadamente evitan o denostan cualquier referencia que no se
enmarque claramente en los mandamientos de la única fe verdadera, el
capitalismo.
Nos ofrecen dos caras de
la misma creencia y un único Dios verdadero, el capital. Dos
soluciones al problema y un solo futuro, más crisis. Siempre
adelante, sin un momento de duda, hasta el desastre final.
Es triste que mientras
nos tienen entretenidos con la prima de riesgo, la Bolsa y esta crisis que solo esperábamos los que
no somos economistas ni politólogos, nos obligan a obviar hechos
trascendentales que están sucediendo en otras partes del mundo y que
influirán muy negativamente en nuestro inmediato futuro.
NOTA: Aquí, en España,
aprovechando que el Pisuerga pasa por la Moncloa y que la crisis es
mala-malísima, nos han colado una generosa dosis de ideología
tintorro party en forma de atentado
laboral-abortivo-sanitario-educativo-privatizador-represivo y nos
amenazan con doble o triple dosis si nos quejamos. Y esto no es
economía, es pura ideología reaccionaria.