Hoy pensaba hablar de esa
pobre sanidad palmera, exprimida y secuestrada desde su nacimiento
por unos pocos que la han llevado a una situación terminal y que
ahora se prestan a darle la extremaución. Pero otra vez se han
cruzado ante mis escasas ideas, mis paisanos, Ana Pastor y Mariano, y
me han hecho cambiar el foco de interés.
He leido las
declaraciones de Ana Pastor en las que afirma que se cambiará la
ley para permitir que quien no pague el alquiler pueda ser
deshauciado en 10 días, “pués lo que está claro es que el no
paga, no va a pagar aunque se le de más tiempo”. Es fácil
entender que un propietario quiera cobrar en la fecha acordada, como
lo es entender que vivimos una situación económica y social
enormemente complicada que está trastocando la vida de mucha gente y
que lleva a muchos ciudadanos a zonas pobladas de desesperación.
Sabemos que la gran mayoría de inquilinos solo retrasan el pago del
alquiler ante causas de fuerza mayor y que no han llegado a ellas por
deseo propio o desinterés. Lo que no resulta fácil de entender es
que todas las resoluciones y decisiones que toman los miembros de
este gobierno van sistemáticamente encaminadas a defender a los
teóricamente más fuertes, olvidándose de cualquier atisbo de
empatía, solidaridad o compasión por los menos afortunados.
Llegado a este punto me he preguntado
quienes son y cómo han llegado a ser así los sujetos que de tal
manera actúan. Se me ha presentado Mariano para mostrarme la luz.
Yo soy coetáneo de Rajoy
y pocos años más joven que él. Ambos coincidimos en Santiago de
Compostela, a mediados de los años 70, esa pequeña ciudad que
guarda cierto paralelismo con La Laguna. Entonces, casi la mitad de
los allí residentes éramos estudiantes y en un lugar tan reducido
el contacto se producía de forma casi inevitable. Pués bien, no
recuerdo en absoluto a Mariano, algo que me resulta extraño tanto
por mi afición a recorrer las hermosas calles compostelanas como por
coincidir con una época de gran agitación estudiantil en la que
éramos muy numerosos los que hacíamos nuestra iniciación a la
política, por lo que me resulta inconcebible que un futuro líder
universal me haya pasado desapercibido. He preguntado en numerosas
ocasiones a compañeros de barra y manifestación por el “líder”
y todos me han mirado con sorpresa y manifestado que ellos tampoco lo
han conocido. Un gran amigo desde mi infancia fue el único que me
aportó algo de luz, ya que casualmente pertenece a la misma
promoción de Derecho que él, y durante 5 años compartieron aula. Sus palabras han sido: Sí, estaba en
mi curso, lo nombraban al leer el listado para entrar al aula de
examen, pero no te puedo añadir nada más, no tengo ni idea de quien
era o que hacía. Excuso decir que mi amigo también conocía bien
las calles y agitación de la ciudad. He seguido indagando y todo lo
que he encontrado de sus años mozos es que aprobó las oposiciones
dos años después de finalizada la carrera, supongo que como todos
tras el obligado enclaustramiento de opositor, y que posteriormente
se fue a hacer la mili a algún lugar del Mediterráneo. Ahora empiezan los milagros. Pocos meses
después de terminar la mili y tras una meteórica carrera política
aparece como concejal por Pontevedra y Presidente de la Diputación.
Los méritos para que tales cosas sucedieran se le suponen, como el
valor en el ejército, porque nadie los había visto. O quizá sí,
presupongo que en alguna reunión de eso que llaman fuerzas vivas y
que generalmente corresponde a los cuatro que mandan, alguien le
comentó a D. Manuel que uno de los hijos de Rajoy apuntaba alto, y
claro, tan respetable comentario no pasó desapercibido, et voila, la
Diputación suya. Ese día se subió al coche oficial y ya sólo se
bajó de él para subirse al coche del Partido. No supimos gran cosa
de él hasta que en 1983 tuvo la ocurrencia de escribir un artículo
para el Faro de Vigo, siendo ya diputado autonómico, titulado
“Igualdad social y modelos de sociedad” en el que decía cosas
tan chuscas como esta:
“….Ya en épocas
remotas -existen en este sentido textos del siglo VI antes de
Jesucristo- se afirmaba como verdad indiscutible, que la estirpe
determina al hombre, tanto en lo físico como en lo psíquico. Y
estos conocimientos que el hombre tenía intuitivamente -era un hecho
objetivo que los hijos de “buena estirpe” superaban a los demás-
han sido confirmados más adelante por la ciencia. (…)
La frase no tiene
desperdicio. Me ha dejado embobado, releyéndola de forma compulsiva
y preguntándome quienes serán esos científicos aludidos, tal vez
Hitler o Gonzalo Fernández de la Mora. Verdad ineludible-hijos de
buena estirpe-confirmado por la ciencia. Sigo atónito. Si esa frase
es consecuencia de un mal trago o de una confusión con la dosis del
medicamento prescrito para tratar la neurosis, podría entenderlo,
pero si está escrita por alguien a quien se considera en sus cabales
habrá que preguntarse sobre la idoneidad de considerarlo compatible
con el raciocinio humano.
Ideas como esta, sobre la
estirpe, la sangre o los higadillos ligados al apellido son fáciles
de escuchar en esos cotos cerrados a los que acceden los futuros
lideres politicos, financieros, empresariales o del lugar que sea
donde haya dinero y poder. Lo podemos oír en los colegios y
universidades privadas, casinos, clubes de golf o marinas para
pudientes y son la verdadera y real ideología actualmente en poder,
olvidando interesadamente todos los monstruos que esa “buena
estirpe” ha creado. Las oiremos dentro de las burbujas que sus
padres han creado para evitar contaminaciones del mundo real. En
ellos coincide el placer por el maltrato, sea este dirigido contra
costas, bosques, animales o humanos, todos juntos o parcelados.
No puedo olvidar la
insensibilidad social que hay detrás de los desahucios exprés, de
la vuelta a la beneficiencia pública a la que abocan los cambios en
Sanidad, del rechazo a los “sin papeles”, de la modificación de
la ley de costas, del recorte en los medios para atajar y evitar
incendios, de la estafa con las preferentes, del intento de
desmantelamiento de la Educación pública, de imponer su peculiar y
ultramontana posición hacia el aborto, de la modificación de leyes
en favor de sus protegidos, del nepotismo como forma de gobierno, de
intentar convertirnos en copartícipes del desaguisado
financiero-bancario a los que sólo somos culpables de tener una
tarjeta de crédito, del aumento de los “sin techo” habiendo
entre uno y dos millones de viviendas vacías, de la amnistía fiscal
para delincuentes, de los indultos a funcionarios maltratadores o a
financieros corruptos, del respaldo a políticos imputados por
corrupción o ya condenados, del uso de la ley para convertir en
delincuentes a simples manifestantes. Y dejo un gran espacio para que
cualquiera amplíe la lista con la sarta de iniquidades con las que,
gota a gota, nos han obsequiado en estos nueve meses.
La última gilipollez
malsana: La Sra Cospedal ha modificado la ley para permitir la caza
de jabali, lanceado a caballo. Os lo explico, para mi la realidad
también supera a la ficción, con asiduidad. En un terreno de las
dimensiones de un campo de polo, unos cuantos jinetes a caballo,
armados con lanza en lugar de sticks, persiguen a un jabalí y lo
lancean hasta la muerte. Al parecer a esta barbaridad también le
llaman tradición y no estaba permitida hasta ayer. Lo han
justificado porque, dicen, creará puestos de trabajo. La creación
de un Cuerpo Especial de Verdugos también lo haría, quizá
deberíamos proponer su creación.
Estos son los hijos de
la burbuja, alimentados en compartimentos estancos, impedidos a
mezclarse con la plebe y adoctrinados hasta la extenuación sobre la
base de que ellos son superiores a los demás y que su capricho no
tiene límites. Me indignan, aunque debo reconocer que mi indignación
hacia ellos es menor que la que siento por los por ellos
secuestrados con síndrome de Estocolmo, por los atemorizados
incapaces de mirar para no tener que ver, por los indignos que
aspiran a convertirse en sus sosias y ser como ellos, por los que les
dan su apoyo pese a la peste que desprenden lugares como Valencia o
Baleares, o sin ir tan lejos, las Islas Afortunadas, porque no
olvidéis que no están en un único partido, aunque destaque su
participación en alguno.