Hoy no tengo un buen día. Me siento especialmente mal por Lucjanna. Ella no puede entender porqué ha sido inicialmente engañada al ocultársenos que no tenían intención de darnos la interinidad prometida y había una OPE en marcha, cuando es evidente y fácil de entender que no ha venido a España a hacer exámenes en español en franca desventaja con aquellos en los que esta es su lengua materna. Quizá no es tan inteligente como Maciej, que no sólo compite en español sino que vence a todos los españoles con los que se enfrenta. Así se entiende que no tenga reparos para manifestar que no estudia español porque no ha encontrado a ningún español con el que merezca la pena hablar.
Tampoco entiende como es posible que después de licenciarse como nº 1 de su promoción, con nota final de matrícula de honor, doctorado, publicaciones internacionales, varios años de trabajo en un Hospital de tercer nivel y haber estado mejorando su manejo del español hasta lograr un excelente nivel, ha llegado a ser ninguneada y humillada por sujetos a los que les cuesta saber cuanto esfuerzo y trabajo hay detrás de ese curriculum que en nada se parece al de ellos. ¿Alguien puede explicarle porqué ha sido despedida?
Ya sé que yo soy malo. He acudido a la prensa, único camino que se me dejó expedito y me he rebelado con cierta virulencia, cosa que no debe extrañar a nadie que conozca la respuesta humana a la agresión. Sigo esperando que alguien me diga o escriba que lo manifestado en prensa, radio o conversación informal no es cierto. Hasta ahora sólo he leído o escuchado frases plagadas de lugares comunes que no resisten el análisis más somero: La ropa sucia se lava en casa. Hay cosas que no se pueden decir. En todos los sitios pasan cosas. Es mejor callarse. ¡Algo habrás hecho! Todas ellas, disculpas provenientes del miedo o la connivencia, frases de quienes aceptan que mirar para otro lado, taparse la nariz o ponerse orejeras de burro es la forma correcta de respuesta al nepotismo y quizá de quienes tampoco dudan en poner el cazo en espera de que también algo les toque a ellos. Me han recriminado haber acudido a los sindicatos como si yo no fuese un trabajador o aquellas fuesen unas organizaciones de apestados. Es difícil explicar a los ajenos a esta isla que el siglo XIX, la época de Cánovas, Sagasta y el caciquismo pseudodemocrático perviven y son visitables. Es difícil explicar que gentes recién llegadas hayan caído en las redes caciquiles y aceptado sus modos con naturalidad. Pero claro, si yo tuviese explicaciones para todo, estaría en el Vaticano o en Génova-Madrid.
Animo Dr. Raimundo. Por las noticias que se ven publicadas hoy en la prensa sobre el hospital, cada vez más estamos seguros que
ResponderEliminar¡mucha razón tenia y la tiene!
No deje de escribir, e intentar abrirnos los ojos a los palmeros de corazón y moral aún no resquebrajada.
Un saludo.
Sería interesante que don Raimundo nos explique porqué todos los buenos profesionales se van. Hoy mismo se está anunciando en el hospital que la Gerencia está enviando a nada menos que un Jefe de Servicio, concretamente Traumatología. Incluso ha salido publicado en la prensa, pero parece que nadie quiere saber nada por temor a correr la misma suerte que don Raimundo y tantos y tantos otros que pasaron por el Hospital y que tuvieron que irse porque, paradojicamente, eran buenos.
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