Estamos tan habituados a
observar una política de trazo grueso proveniente del PP ,
sustentada por su aplastante dominio de los centros de poder
económico y mediático, que olvidamos que en sus filas también se
encuentran florentinos estrategas capaces de maniobrar con finura y
precisión.
La entrevista concedida
por José María Aznar ha acaparado, como era previsible, los
titulares de los medios de comunicación y de esas tediosas tertulias
en las que cada participante cuida con esmero el terruño que le es
afín, obviando aspectos fundamentales que precisan de análisis
razonado y no interesado.
En mi opinión, aquellos
que han apuntado que Aznar se ha convertido en la oposición al
gobierno son los que más se han acercado al centro de la cuestión,
aunque sin ahondar, ni siquiera superficialmente, en su
interpretación.
Como supongo la
existencia de vida inteligente en esos multitudinarios think-tank
tan generosamente pagados como arteramente camuflados en el aparato
propagandístico, no puedo dejar de pensar que la citada entrevista
es parte de una campaña publicitaria de largo alcance orquestada con
esmero desde la cúpula del PP (Rajoy-Aznar). La primera escena se
habría escenificado hace algunas semanas cuando, en un ataque de
supuesta sinceridad, desde el Gobierno se reconoció el fracaso de
sus políticas y su incapacidad para hacer frente a la crisis en
esta legislatura. Nada novedoso por otra parte ya que no es más que
la constatación de lo que todos los agentes económicos y sociales,
nacionales o extranjeros, apuntan. A continuación se produjo un
repliegue estratégico y se reinició la defensa en los términos
habituales hasta entonces. Con esto se ha buscado retener al mermado
pero todavía numeroso electorado popular tan fiel como capaz de
convivir con la podredumbre emanada desde la tesorería del PP y
comulgar con las ruedas de molino de la supuesta recuperación que
no llegará en los próximos años.
Aznar abrió el segundo
acto tras la actuación de la telonera Esperanza Aguirre que cumplió
con eficacia su misión de ir animando a la concurrencia. Amparado en
un buen aparato de fuegos artificiales, como la defensa de su
mancillado honor o la épica de su milagroso gobierno, dejó caer la
idea clave que pretende articular el inmediato futuro y poner la base
para retener en manos del PP el gobierno de la nación: “Bajada de
impuestos”. Esta sencilla idea fuerza que será repetida como un
mantra tibetano desde todas las emisoras de radio, prensa escrita y
televisiones en los próximos tiempos, casi con total seguridad será
la única idea opositora visible al actual gobierno, una vez que el
resto de opciones persistirán aisladas y alejadas del entorno
mediático dominante.
Esta sencilla estrategia
busca, en su tercer y último acto, encarar un final de legislatura
en el que un declinante gobierno amparado tras la bochornosa
ocupación defensiva del Poder Judicial diseñada por Gallardón,
permita que desde las propias filas populares emerja una figura
aparentemente enfrentada a Rajoy que monopolice el malestar que
indudablemente acompañará a éste y evitar de esa forma el
previsible trasvase de votos hacia otras opciones. Resumiendo, el PP
ha diseñado una estrategia propagandística que le permitirá ser en
un mismo instante el problema y la solución. La política cuántica
inicia la toma del poder.
Como toda hipótesis
ingeniosa, podría encontrarme con la pedestre realidad que la
refute, y sólo se me ocurre como plausible réplica en este caso,
el absurdo e inexplicable narcisismo de Aznar, tan grande que ni un
paraguas cuántico podría acogerlo, mucho menos cuando va
acompañado de su honor y su pseudopatriotismo, y capaz de llevarse
por delante cuanto encuentre a su alcance con más furia de la
exhibida por el tornado que estos días ha asolado Oklahoma. En ese
caso que se preparen Rajoy y el PP porque su implosión se estaría
alimentando.
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